Erase una vez en un reino muy lejano un cazador que vivía con su esposa en una choza próxima al palacio real. El hombre era el cazador del rey, y su esposa una de las doncellas de la reina. La campesina poseía una prodigiosa y extraordinaria belleza, su rostro era el más hermoso del reino, y su tenia por cabellera una imponente y dorada mata de pelo.
El matrimonio tuvo una hija, y años después la esposa enfermo y pidió a su marido que ha su muerte volviera a casarse, pero solo con una mujer más hermosa que ella.
Tras la muerte de su esposa, el cazador se sumió en una profunda depresión, ya ni siquiera iba a cazar para el rey, y el y su hija vivían del dinero que la joven llevaba al hogar, pues como su madre había heredado el puesto de dama de compañía de la princesa.
Pasaron los años y la pequeña fue creciendo al igual que su belleza que cada día era mayor, y le creció una hermosísima melena dorada que siempre llevaba suelta, era la viva imagen de su madre fallecida.
Poco a poco el padre empezó a darse cuenta del parecido entre su mujer muerta y la que era su hija, y con los días fue perdiendo la cabeza y finalmente llego al punto de desear casarse con su pequeña.
La joven no cabía en sí de desconcierto cuando conoció la decisión de su padre, pero nada podía hacer para detenerle, con lo que pensó en engañar a su padre hacerle entender que aceptaba su oferta de matrimonio. Le pidió como regalo de bodas, y ya que era cazador, que le fabricara un abrigo que tuviera jirones de las pieles de cada tipo de animal del reino, para así aprovechar el tiempo que su padre tardara en fabricar el abrigo para hacerle cambiar de opinión.
El cazador recorrió todo el reino hasta recoger un trozo de la piel de cada animal que vivía en el reino, y con estas partes fue tejiendo un abrigo de toda clase de pieles; tardo meses pero finalmente pudo entregar su regalo a la joven que aterrorizada con la inminente boda con su padre solo vio como salvación la huida de su casa, y del reino.
La noche antes de la celebración de la odiada boda, la joven huyo de su casa, pero antes de abandonar el reino, hizo una última visita pasando por palacio, a su ama y amiga, la princesa a quien había servido durante muchos años y con la que había intimado una gran relación de amistad. Las amigas se despidieron entre lágrimas y la princesa antes de ver marchar a su amiga le regalo una serie de cosas para que la joven no se olvidara de ella.
La joven recibió de manos de su princesa un preciosísimo vestido de color dorado como sus cabellos, un collar de blancas perlas y un brillante anillo de plata.
Cargada con los tesoros que su amiga la princesa le había regalado, la joven se propuso a abandonar el reino, pues solo alejándose hasta otras tierras estaría a salvo de su padre. Se cubrió con el abrigo de toda clase de pieles y se unto carbón en la cara y los brazos para no ser reconocida.
La joven ando y ando durante días, atravesó montañas y lagos, bosques y ciudades, hasta tierras muy muy lejanas a las suyas. La joven agotada de tantos días de viaje, finalmente, cayo rendida en mitad de un bosque, y así, desmayada por el cansancio la encontraron un grupo de cazadores del reino donde se encontraba, eran cazadores del rey, como en su día lo había sido su padre; estos hombre llevaron a la joven a palacio, pues aquella campesina, a la que pusieron el nombre de “Todo Tipo de Pieles”, seria útil para trabajar en las cocinas del castillo.
Y esta fue la ocupación que adquirió a partir de aquel momento “Todo Tipo de Pieles”, que se mantuvo en el anonimato sin contarle a nadie quien era en realidad, por miedo a que la echaran de palacio y se viera en la obligación de volver a su hogar. Trabajo duramente durante muchos días limpiando las cocinas de palacio.
Una noche, el rey de aquellas tierras celebro un baile, y la joven, emocionada porque nunca había asistido a uno, aprovecho un momento de despiste del cocinero y corrió a sus aposento, se despojo de su vestido de todo tipo de pieles, limpio su hermosa cara del carbón que la cubría, y se vistió con el precioso vestido dorado como sus cabellos, que le había regalado su amiga la princesa, después, se puso al cuello el carísimo y resplandeciente collar de perlas y colocó en su dedo el brillante anillo también regalado.
Así provista de sus nuevas galas, se dirigió hasta los salones de palacio, donde todos los nobles asistentes a la fiesta la recibieron como una más de la nobleza, incluso como una princesa, pues es lo que parecía, con aquel vestido y aquellas joyas, y su extraordinaria belleza culminada con la dorada melena que se agitaba a cada paso. Igual de anonadado se quedo el rey cuando observo la belleza de “Todo Tipo de Pieles”, quedo impactado por su rostro y cabellos, pero también se fijo en el precioso vestido y las bonitas joyas que aquella joven llevaba, todo en ella era resplandeciente, se acerco a la joven y la invito a un baile, y así, bailando, pasaron toda la noche el príncipe y la joven campesina, al final del baile el rey estaba perdidamente enamorado de aquella preciosa joven, y esta a su vez, lo estaba del joven rey.
Pero llegado el final del baile, la joven tuvo que volver a la realidad, y se escabulló de los brazos del príncipe para volver corriendo a su habitación donde rápidamente y con muchos nervios se despojo del hermoso vestido dorado, y del collar de perlas, olvidando quitarse del anillo de plata, pues estaba tan cómoda con él, que ni siquiera notaba que lo llevara; se embadurnó la cara y los brazos de carbón y volvió a las cocinas.
Al día siguiente el rey estaba apesadumbrado pues la joven de la que se había enamorado la noche anterior y con la que deseaba casarse había desparecido sin decirle una sola palabra de quien era.
Ese día el cocinero de palacio había caído enfermo, y fue “Todo Tipo de Pieles” quien sirvió la comida. Cuando estaba sirviendo la sopa al rey, este fijo su vista en la mano de la joven que le ponía el plato, y reconoció el brillante anillo que su joven enamorada había llevado toda la noche anterior, ¡cómo olvidarlo!. Inmediatamente, el rey se giró y agarrando a la joven por los brazos le pidió que dijese su nombre, la joven se negó e intento zafarse de los brazos del rey, entre el forcejeo, el abrigo de pieles que siempre llevaba la joven y que no se había quitado en todo el tiempo que llevaba en el palacio, resbalo por los hombros de “Todo Tipo de Pieles” y su verdadero aspecto quedo a la vista.
Aunque no llevara su vestido dorado ni el collar de la noche anterior, era imposible no saber quién era, su gran belleza y el pelo que quedo al descubierto la delataban y el rey la reconoció al instante, pidiéndole una explicación a su enamorada; la joven se rindió y termino narrándole toda su historia al joven rey que sin perder momento perdono el engaño de su enamorada y la pidió matrimonio, el cual la joven acepto de inmediato.
Y así los jóvenes se casaron, la joven campesina que había tenido que huir de su hogar se convirtió en reina y vivió junto a su esposo para siempre.
Y colorín colorado, este cuento, se ha acabado!
No puedes mantener el incesto en la adaptación infantil. Además te ha quedado demasiado largo.
ResponderEliminar